sábado, 1 de marzo de 2014

Sunrise in Greendale, Novela (Fragmento)

Sunrise in Greendale.


La resolana de los primeros minutos de otro amanecer comienzan a degradar el mítico adoquinar de la calle Belmont en las afueras de Greendale, el cantico de los pájaros convulsionan las tupidas copas de los árboles en las aceras, es un nuevo despertar otro más diáfano aun que el del día de ayer.

El sol comienza a trascender las cortinas y prontamente se transforma en calor en el entrecejo de Eliot Lincoln un destacado estudiante de medicina y residente del hospital público del centro, de esta manera y como muchas veces ha ocurrido nuevamente le gano al estridente despertador.

Sin dudas ese momento del día que a muchos los malhumora y vuelve escuetos él lo disfrutaba y atesoraba, tal vez porque era uno de los pocos que podía pasar junto a su hija Emma de 8 años y Rachel su esposa, luego todo sería rutina y doctrina.

Memorioso como pocos y con ribetes a devoción cuando se trata de su hija le prepara el desayuno preferido recordando cada producto y gusto en su combinación justa, define un arcoíris en la bandeja y camina a buscarla a su cuarto, pero a mitad de camino le gana a sus pasos Emma que sin avisar y con fuerza incontenible salta a su encuentro dándole comienzo a un sentido abrazo.

Sentados de nuevo en el desayunador es imparable el azote del reloj y la velocidad de la mañana comienza a acelerarse, se precipitan las chances de terminar como desean ese momento y comienzan previo abrigo a despedirse y emprender el camino a sus obligaciones.

Por la avenida las alamedas Elliot conduce su sedan gris y como manda la costumbre siempre la radio encendida transmitiendo las mismas noticias que hace unos meses tenían el mismo tinte y desaliento sobre la situación económica y social que le tocaba atravesar al condado, si bien los acontecimientos que se habían suscitado con anterioridad no se veían masivamente reflejado en las calles, en esta oportunidad realmente si acaparaban la atención.

A pocos metros de llegar a la entrada del hospital aminora la velocidad para ver más detalladamente; las cercanías a la entrada principal estaban atestadas de uniformados de la policía y el ejército haciendo muy difícil llegar a los aparcamientos del edificio, no quedaba otro remedio que estacionarse alejado y llegar a pie para reportarse a Jeff su superior quien le asignaría las tareas.

Increíblemente su desparpajo iría creciendo con cada paso surcado por el hall; todo era desorden y locura, camillas con pacientes y familiares visiblemente inestables, gritos y pedidos a médicos que corren hacia quien sabe dónde, suplicas, rezos y alguna extremaunción a escondidas, todo absolutamente todo se traducía en congoja y desconsuelo en él. 

Comienza una carrera hacia la oficina de su superior en jefe, al llegar se encontraría con gran parte de sus compañeros que estaban visiblemente desconsolados y ofuscados, nadie sabía dónde estaba Jeff. Elliot no quería contagiarse de ese desconcierte y empieza a buscarlo por los pasillos internos y áreas de acceso restringido, pasan los minutos y su paradero era incierto, el marco no era solidario para con él y su búsqueda cada vez más se llenaba de ruido en su cabeza.

Intenta volver a retomar el control de sus movimientos y estabilizarse para poder tener un pensamiento más claro de la situación, se acerca a la ventana más cercana buscando que le brinde esa vista panorámica del ala este que siempre lo apaciguaba y relajaba, desde allí nota que los uniformados que se habían parapetado en las orillas ahora estaban ingresando al hospital con gestos poco gentiles para con la gente, esto hace retomar la búsqueda aún más precipitado, luego de abrir puertas y encontrar solo hastío llegar a las esquinas lo haría comprender que en ese piso no lo encontraría.

La escalera lo depositaba un nivel más alto al anterior, aquí no queda ningún moblaje en pie y como estratégicamente estaban colocados, solo esquivándolos puede ambicionar ganar metros en ese pasillo para lograr llegar a la oficina de la máxima autoridad del hospital. 

Finalmente frente a la puerta de esa notoria sala respira hondo tratando como incontables veces reducir la tensión para poder manifestarse educadamente, golpea repetidamente hasta el hartazgo pero la respuesta era estéril.

Ya despojado de todo tipo de reparo comienza a golpear la puerta que vilmente estaba trabada desde adentro, cada uno de estos choques se llevaba una considerable cuota de sus fuerzas pero en una de las ultimas logra abrir ese forzado hermetismo, lo primero que vislumbra al ingresar es una silla por debajo del picaporte y si bien le llamo mucho la atención no se detuvo, recorre la inmensa sala gritando los nombres de Jeff y Vincent.

Al llegar al escritorio revestido de elegante cuero negro se extrémese finalmente al encontrar los cuerpos de estos dos, ahogados en sangre y primitivamente envueltos con la alfombra. El llanto rebrota desgarrador, la pesadumbre lo hace arrodillarse buscando explicación, ya no sabía si se trataba de un mal sueño o si era la peor de las realidades la que notoriamente no estaba preparado para afrontar.

Ese pequeño silencio que había ganado fue segado brutalmente por una sirena que se remitía desde afuera, sin dudas para Elliot anunciaba algo y en una reacción o acto de reflejo se ubica debajo de ese robusto escritorio que tendría posiblemente por única vez su mejor utilidad. Su mirada se pierde en lo que queda del escudo diseñado en la alfombra, luego todo se oscurece.


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