viernes, 11 de octubre de 2013

De Adoquín a Asfalto, Novela (Fragmento)

De Adoquín a Asfalto

El mediodía de un domingo de mayo me encontraba mirando a la calle, como un espectador de lujo de un barrio tranquilo con aires sureños, donde las compras se centraban en un solo lugar.
Mirando fijo y sin ver, solo lo que hacía por mis adentros era agradecer el volver a estar ahí, que era volver a ser yo, volver a ver caras familiares, gente que me saludaba y me vieron crecer.
También allí es donde más se alimentaban mis recuerdos; memorias que son gigantes casi tan palpables como lo que ocurría en la realidad. Imágenes en movimiento se desplegaban ante mí mostrándome distintas versiones de mis vivencias: las enriquecedoras, las lúdicas y las oscuras. Ninguna estaba en un orden gradual y tampoco sabía si eran las de mi preferencia, pero estaban allí.
Las lúdicas proyectaban diversión jugando en la vereda de mi Laprida natal aún de adoquines, corriendo a una de cuero sin pensar, sin apuros ni preocupaciones; todo era experimental y nuevo, forjando amistades con tiempo de vagar lo suficiente y conocerse más. Las familias en las veredas, el mate incansable mareado de pasar de boca en boca junto al chisme del momento.
Para los mayores las apariencias no tenían importancia, había lugar para el ridículo y el despojo de pantalones humildes se convertía en la moda más representante de un Laprida a dieciséis calles de la estación. Incontables las sillas de madera robadas al living que se veían en las veredas, todos se conocían y se hablaban desde lejos a los gritos o con simples miradas.
Esas personas que miles de veces salían enojadas cuando escuchaban vidrios romperse por nuestra pelota eran las mismas que en las fiestas solían cortar la calle para echarse a bailar sin problemas.
Desde aquí se ve todo tan lejano y extraño; actualmente pensar que los chicos se puedan criar en las veredas sin perder ni un gramo de sus valores y principios es algo utópico. Esto me hacía pensar que había sido parte de una generación, tal vez la última que ha disfrutado y aprendido de ellas.
Ya se habrán dado cuenta que tanto en este momento como en aquellos años hablo de un pibe normal y común. Donde en todos los barrios podrás hallar alguno parecido. Solo que este sin saberlo tendrá un encuentro que cambiará su vida y transformará sus días de allí en más.




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